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6.1.12

En varias ocasiones pude sentir el calor de sus labios al rozar los míos, como apasionadamente me agarrabas el cuello y entorpecías los besos con una estúpida sonrisa. Nos acariciábamos la cara y nos quedábamos abrazados un largo tiempo. Me encantaba cuando me agarrabas de la mano mientras hablabas. Me dejabas asombrada cada vez que conseguías que, tan solo con hablarme e intercambiar unas cuantas miradas, resurgiera en mi interior una hermosa sensación de una buena primavera.. 
Sobre todo, aunque lo niegue, me gustaba cuando me llamabas “chiquita” y hacía que me enfadaba para que me lo confirmes nuevamente y que me dijeras otro apodo, que no me molestaba, en realidad, nada que viniera de vos me molesto nunca. Ese día, que tontos que éramos los dos, cuando nos quedábamos embobados mirándonos a la boca, y a la vez, surgía otra vez esa sonrisa estúpida

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